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Una de las confusiones más habituales es que a los radiooncólogos se les llame repetidamente ‘radiólogos’, pensando que son los mismos médicos especialistas. En este post aclararemos por qué no son lo mismo y cuáles son sus principales similitudes y diferencias.

La Radiología o también llamada Diagnóstico por imagen es una especialidad médica que utiliza los rayos X y también otras técnicas de imagen como los ultrasonidos (ecografías) o la resonancia magnética, para emitir diagnósticos médicos radiológicos. Gracias al descubridor de los rayos X, Wilhem Conrad Roëntgen hemos conseguido «ver» el interior de nuestra anatomía sin necesidad de pasar por un quirófano para ello. El trabajo del radiólogo principalmente consiste en analizar las imágenes minuciosamente para posteriormente emitir informes descriptivos de los hallazgos comprobados en las pruebas radiológicas. En ocasiones los radiólogos ayudan a localizar determinadas lesiones para poder puncionarlas y obtener material para el diagnóstico histológico (punción-biopsia guiada por imagen). Algunos radiólogos se subespecializan en radiólogos intervencionistas cuya función es más terapéutica y básicamente se dedican a la colocación de “stents” o sondas, a realizar embolizaciones para cortar hemorragias, ablaciones con radiofrecuencia, etc. Es importante destacar que los radiólogos utilizan rayos X de baja energía (se mide  en unidades de kilovoltaje (KV) por lo que  la exposición del paciente a esta radiación suele ser pequeña o muy pequeña, pues se emplea un pequeño disparo de rayos X para obtener las imágenes.

La Radioterapia, Radiooncología u Oncología Radioterápica (denominación actual de la especialidad) es una especialidad médica que utiliza las radiaciones ionizantes con fines terapéuticos, es decir, para destruir neoplasias o tumores malignos (y en menor frecuencia también algunos casos de tumores benignos). La Radioterapia tiene en común con la Radiología al anteriormente nombrado Wilhem C. Röentgen y a Madame Curie, descubridora del elemento atómico conocido como “Radio”. Los radiooncólogos podemos emplear fuentes naturales de radiación, llamados rayos gamma (cobalto60, iodo125, etc) o bien una fuente artificial o rayos X producidos por los aceleradores lineales de electrones. De éstos obtenemos radiaciones de alta energía en forma de fotones o de electrones (con unidades de megavoltaje o MV) que penetran a través de los tejidos para alcanzar la diana deseada, en este caso el tejido tumoral o con viabilidad tumoral. La radioterapia puede aplicarse desde el exterior de nuestro cuerpo, denominándose teleterapia o radioterapia externa, o bien puede aplicarse directamente en el interior del organismo, aprovechando una cavidad natural o el intersticio del órgano a tratar. Es lo que se conoce como braquiterapia. La primera modalidad es la más conocida y la más utilizada en la práctica clínica.

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Para aplicar radioterapia a un paciente debemos seguir minuciosamente los siguientes pasos:

1.- Simulación:

Antes de tratar con radioterapia a un paciente oncológico se han preparar las condiciones para que el tratamiento ofrezca las suficientes garantías de precisión, seguridad, fiabilidad y de reproductilidad. En la simulación se coloca al paciente en un TAC-simulador donde debe permanecer lo más quieto posible ayudado por diferentes inmovilizadores, dispositivos o máscaras termoplásticas. Una vez tenemos al paciente alineado gracias a unos láseres externos y asegurada su inmovilización se le realiza un TAC. El TAC de radioterapia no difiere mucho del TAC de radiología. La diferencia viene dada por el tamaño del arco que es mayor a los TAC de Radiodiagnóstico y la mesa o camilla que es completamente plana e indexada de forma idéntica a las mesas o camillas de tratamiento. Obtenemos así unas imágenes «loncheadas» o tomográficas de la zona que queremos tratar. En ocasiones también ponemos contrastes intravenosos u orales para diferenciar los vasos o algún órgano que nos interese. Las imágenes obtenidas en este TAC son enviadas a un planificador. Al paciente se le tatúan unos pequeños puntos del tamaño de una cabeza de alfiler que coinciden con el láser de posicionamiento externo y que nos servirán de coordenadas.

2- Planificación:

Las imágenes del TAC pueden ahora verse en un ordenador muy especial llamado planificador. Aquí procesamos las imágenes del paciente y los radiooncólogos nos encargamos de contornear el tumor y/o los ganglios que queramos tratar, así como los conocidos como órganos críticos (los órganos que queremos que no reciban demasiada radiación para no dañarlos). También prescribimos la dosis de radiación que queremos conseguir para que sea tumoricida y existe un consenso para los límites de dosis de cada órgano sano. Tras este proceso, los radiofísicos hacen su planteamiento de diseño y dosimetría. Posteriormente el radiofísico y el radiooncólogo supervisan paso a paso todo el tratamiento planteado y se da el visto bueno.

3.- Tratamiento:

El primer día de tratamiento en el acelerador lineal de electrones se comprueba mediante radiografías convencionales, fotongrafías (radiografías hechas con fotones de megavoltaje) o “cone-beam-CT” (es una imagen reconstruida que asemeja a una TAC) que el tratamiento es reproducible. Si no lo es, se corrige in situ y se vuelve a comprobar al día siguiente y de forma periódica para minimizar el número de errores, tanto sistemáticos como aleatorios. El número de sesiones es variable, en función de la finalidad del tratamiento (paliativo o radical) así como el fraccionamiento (dosis que queremos aplicar por sesión). Un tratamiento estándar suele tener de media unas 25-30 sesiones. Gracias a las mejoras técnicas de precisión se están empleando cada vez más regímenes de hipofraccionamiento (dosis por fracción más altas con dosis total radiobiológica equivalente o isoefectiva y menor duración total del tratamiento)

4.- Fin de tratamiento y revisiones.

Durante el tratamiento el radiooncólogo pondrá especial atención a los posibles efectos secundarios que pudieran aparecer y les aplicará un tratamiento médico si aparecen. Habitualmente se visitan a los pacientes una vez por semana durante el tratamiento. Tras finalizar, se emite un informe detallado y se emplaza a revisiones periódicas para ver tanto la efectividad del tratamiento como los posibles efectos secundarios que pudiesen aparecer.

Como pueden comprobar tanto la Radioterapia como la Radiología somos dos especialidades médicas que utilizamos radiaciones ionizantes. En el caso de la Radiología básicamente las emplean para obtener un diagnóstico y en Radioterapia para tratar a pacientes con cáncer. En Oncología Radioterápica utilizamos técnicas radiológicas para diseñar nuestros tratamientos y comprobar su fiabilidad. El trabajo previo de diagnóstico realizado por los radiólogos es para nosotros básico e inestimable, pues gracias a la minuciosa descripción de sus imágenes nosotros podemos definir mejor el tumor o los ganglios que queramos tratar.

Confieso que me gustaría que algún día dejaran de haber confusiones entre Radioterapia y Radiología.